Después de la muerte del príncipe y la desaparición de su recién nacida, Blancanieves estaba débil, triste y sola, pero su malvada madrastra no consideró suficiente este castigo y mandó a un cazador para que le arrancase el corazón. Sin embargo, el cazador se apiadó de ella y la dejó escapar. Blancanieves huyó al bosque y allí se escondió durante años. Vivía envuelta en harapos, dormía en cuevas rocosas y robaba joyas a señores ricos que pasaban por el bosque. Blancanieves necesitaba reunir todo el oro que pudiera para abandonar el reino y buscar a su hija. Sólo ella podría deshacer la maldición y cuando la encontrase deberían prepararse para la batalla final.
Un día robó a un joven príncipe que había desmontado de su caballo para calmar su sed y descansar. Ella pensó que no la había descubierto, pero cuando intentó correr para esconderse, una gran soga que colgaba de un árbol enorme prendíó sus piernas y Blancanieves se quedó atrapada sin poder moverse.
-¡Suéltame! -gritó rabiosa Blancanieves.
-¡Devuélveme mis joyas! -exclamó el joven príncipe.
-¡Yo no te he robado nada! -dijo ella.
-¡Necesito la dote para poder casarme con la princesa de los Mares del Sur! -contestó él.
Blancanieves finalmente cedió y le devolvió las joyas. Él que en un principio no había reparado en ella, de repente la reconoció.
- Eres Blancanieves y sobre ti pesa una gran maldición. Todo el reino está buscándote!!! -exclamó.
Ella intentó huir, pues temió que la apresara y la devolviese a su malvada madrastra. Pero cuando echó a correr, tres temibles cazadores a las órdenes de la bruja aparecieron en sus caballos y agarrándola de la cintura la pusieron en una de las monturas. Pero el joven príncipe raudo cogió su arco y disparó a los cazadores consiguiendo así liberar a Blancanieves.
-¡Suéltame! -gritó rabiosa Blancanieves.
-¡Devuélveme mis joyas! -exclamó el joven príncipe.
-¡Yo no te he robado nada! -dijo ella.
-¡Necesito la dote para poder casarme con la princesa de los Mares del Sur! -contestó él.
Blancanieves finalmente cedió y le devolvió las joyas. Él que en un principio no había reparado en ella, de repente la reconoció.
- Eres Blancanieves y sobre ti pesa una gran maldición. Todo el reino está buscándote!!! -exclamó.
Ella intentó huir, pues temió que la apresara y la devolviese a su malvada madrastra. Pero cuando echó a correr, tres temibles cazadores a las órdenes de la bruja aparecieron en sus caballos y agarrándola de la cintura la pusieron en una de las monturas. Pero el joven príncipe raudo cogió su arco y disparó a los cazadores consiguiendo así liberar a Blancanieves.
Continuará.........