Cuando Augusto aprendió a hablar, lo primero que dijo no fue ni mamá ni papá, dijo: "es mío". Era suyo el biberón, el chupete y el camión de juguete. Pero también era suyo el tractor del primo Carlos, la pelota de Carlota y el sillón de Simón. Y claro, así no había manera. Nadie quería jugar con Augusto. ¿Vosotros jugaríais con él? Yo tampoco.
Su padre, muy preocupado, fue a visitar al doctor, un señor muy especial que podía hacer magia. El doctor dijo al padre:
-Cuando Augustito se duerma, dile muy flojito en el oído: "Abra-cadabra, te dejo mi cabra, venga-tumengua, te saco la lengua".
A la mañana siguiente, Augustito se llevó un buen susto cuando fue a decir: "es mío". Sin saber por qué dijo: "te lo dejo". Todo el mundo sorprendido preguntaba:
-¿Cómo ha sido?
Y rodeado de amigos, Augustito contestó:
-He soñado que mi padre y mi maestra me decían: "si quieres reir, lo mejor es compartir".
Cuentos de Educación Emocional. Editorial Algaida.
que monada!de nuevo buen trabajo!=)
ResponderEliminarMuchas gracias guapetona!!!!!
ResponderEliminarBonita frase : si quieres reir , lo mejor es compartir. Ese tipo de valores es lo que debemos trasmitirle a nuestro alumnado , además de conocimientos , por supuesto. Feliz fin de curso y un saludo desde ana-reutilizar
ResponderEliminarQue bonito y verdadero...
ResponderEliminarYa nos haría falta aprenderlo también a los mayores que, muchas veces, somos los que evitamos a los peques los arranques de generosidad.
Dicen que el "yo" sigue vivo hasta media hora después de haber muerto.
Un abrazo desde Alhaurín de la Torre.