Todos los amigos de Blancanieves decidieron unirse a su causa. Había que derrotar a su malvada madrastra y recuperar a su pequeña hija Elena. Todos caminaron juntos hacia el Puente de los Trols. Tenían miedo, pero su coraje y su valentía les impedía expresarlo. A la cabeza del grupo se hallaban Blancanieves, el príncipe, los 7 enanitos, Caperucita Roja y Hansel y Gretel. Había un silencio sepulcral y las negras nubes que se posaban sobre el cielo impedían la visibilidad del puente. Todo era oscuridad. Empezaron a recorrer el puente, en silencio, con sus ojos puestos en cada rincón de aquel malvado lugar, intentando no despistarse a cada paso que daban. A mitad de camino, unos seres nauseabundos les salieron al paso trepando por las rocas que se hallaban a cada extremo. Les rodearon haciéndoles retroceder varios metros. Pero nadie se amilanó. Todos sacaron sus propias armas para combatirles con destreza y valor. Sin embargo, eran muchos y el pequeño ejército de Blancanieves comenzó a desfallecer. Entonces, Blancanieves se acordó de que en su cuello llevaba un colgante tridimensional que su propia Hada Madrina le había dado antes de escapar del palacio de su malvada madrastra.
- Blancanieves, esto que te voy a entregar es una pócima muy poderosa que sólo debes usar cuando tu vida realmente corra serio peligro. No lo pierdas de vista nunca, pues sus efectos son mortales incluso para ti.
Blancanieves acordándose de aquellas palabras arrancó el colgante de su cuello y lo abrió. El viento comenzó a esparcir por aquel lugar aquellos polvos mágicos de color esmeralda. Una niebla verde inundó todo el lugar y cuando despareció no quedaba ni un pequeño rastro de aquellos seres nauseabundos y malolientes. El resto de sus amigos se encontraban perfectamente, entonces el miedo dio paso a una inmensa alegría que todos celebraron con múltiples abrazos.
Una vez hubieron cruzado el puente, un intenso haz de luz cegó sus ojos por instante, pero lo que Blancanieves vio no pudo hacerla más feliz. Detrás de aquella luz se encontraba su príncipe azul y su pequeña Elena, que con el paso del tiempo se había convertido en una preciosa jovencita. Sin embargo, cuando Blancanives intentó correr hacia ellos para abrazarles se dio cuenta de que no podía alcanzarles, pues un enorme cristal rocoso se lo impedía.
Entonces, con una gran sonrisa en su rostro, apareció a lomos de un caballo su malvada madrastra acompañada de su séquito de soldados. Los mismos que la habían intentado capturar en varias ocasiones.
- Blancanieves, nunca conseguirás tenerlos contigo, yo te he arrebatado lo que más querías en el mundo y jamás volverás a ser feliz a su lado, dijo su malvada madrastra con una sonora carcajada.
Cuando Blancanieves estaba a punto de darse por vencida, una voz comenzó a sonar en su cabeza. Una voz suave, cálida que decía:
-Para destruir el muro que nos separa y destruirla a ella, solo tenéis que desear con fuerza todos juntos todo lo que ella os ha arrebatado.
Blancanieves, se dio cuenta de que quien le hablaba era su hija Elena.
Dándose la vuelta y reuniéndose con todo su pequeño ejército, Blancanieves les contó lo que Elena le había transmitido. Entonces, todos juntos unieron sus manos, cerraron sus ojos y comenzaron a pensar en todo lo que aquella bruja les había arrebatado. Sus sentimientos de odio y de deseo por la pérdida de lo que más anhelaban eran tan fuertes que aquella roca comenzó a resquebrajarse y a romperse. Millones de enormes trozos, salieron despedidos por los aires aplastando a la malvada reina y a sus secuaces. Cuando la tormenta de rocas hubo finalizado, Blancanieves corrió hacia sus seres queridos y detrás de ellos se encontraban todos los deseos que la reina arrebató a sus amigos. De esta forma, su mundo cambió y cuenta la leyenda que Blancanieves gobernó hasta que la sucedió su hija Elena, quien siguió el mismo reinado de bondad y benevolencia que su propia madre logró para aquel reino y que perduró durante siglos.
- Blancanieves, esto que te voy a entregar es una pócima muy poderosa que sólo debes usar cuando tu vida realmente corra serio peligro. No lo pierdas de vista nunca, pues sus efectos son mortales incluso para ti.
Blancanieves acordándose de aquellas palabras arrancó el colgante de su cuello y lo abrió. El viento comenzó a esparcir por aquel lugar aquellos polvos mágicos de color esmeralda. Una niebla verde inundó todo el lugar y cuando despareció no quedaba ni un pequeño rastro de aquellos seres nauseabundos y malolientes. El resto de sus amigos se encontraban perfectamente, entonces el miedo dio paso a una inmensa alegría que todos celebraron con múltiples abrazos.
Una vez hubieron cruzado el puente, un intenso haz de luz cegó sus ojos por instante, pero lo que Blancanieves vio no pudo hacerla más feliz. Detrás de aquella luz se encontraba su príncipe azul y su pequeña Elena, que con el paso del tiempo se había convertido en una preciosa jovencita. Sin embargo, cuando Blancanives intentó correr hacia ellos para abrazarles se dio cuenta de que no podía alcanzarles, pues un enorme cristal rocoso se lo impedía.
Entonces, con una gran sonrisa en su rostro, apareció a lomos de un caballo su malvada madrastra acompañada de su séquito de soldados. Los mismos que la habían intentado capturar en varias ocasiones.
- Blancanieves, nunca conseguirás tenerlos contigo, yo te he arrebatado lo que más querías en el mundo y jamás volverás a ser feliz a su lado, dijo su malvada madrastra con una sonora carcajada.
Cuando Blancanieves estaba a punto de darse por vencida, una voz comenzó a sonar en su cabeza. Una voz suave, cálida que decía:
-Para destruir el muro que nos separa y destruirla a ella, solo tenéis que desear con fuerza todos juntos todo lo que ella os ha arrebatado.
Blancanieves, se dio cuenta de que quien le hablaba era su hija Elena.
Dándose la vuelta y reuniéndose con todo su pequeño ejército, Blancanieves les contó lo que Elena le había transmitido. Entonces, todos juntos unieron sus manos, cerraron sus ojos y comenzaron a pensar en todo lo que aquella bruja les había arrebatado. Sus sentimientos de odio y de deseo por la pérdida de lo que más anhelaban eran tan fuertes que aquella roca comenzó a resquebrajarse y a romperse. Millones de enormes trozos, salieron despedidos por los aires aplastando a la malvada reina y a sus secuaces. Cuando la tormenta de rocas hubo finalizado, Blancanieves corrió hacia sus seres queridos y detrás de ellos se encontraban todos los deseos que la reina arrebató a sus amigos. De esta forma, su mundo cambió y cuenta la leyenda que Blancanieves gobernó hasta que la sucedió su hija Elena, quien siguió el mismo reinado de bondad y benevolencia que su propia madre logró para aquel reino y que perduró durante siglos.
FIN
VAYA ...menudo final , será objeto de debate en clase.Ya te contaré lo que sacamos en conclusión jeje , será interesante...besitos
ResponderEliminarME HA ENCANTADO, aquí tenemos ya lectura para unas semanas , muy chuli .
Muchas gracias, me alegro mucho de que te haya gustado, pero más me alegro de que lo trabajes en clase con tus alumnos. Mil gracias. Un besote.
ResponderEliminarHola : después de unos días perdida, paso a saludarte . Espero que hayas tenido un buen comienzo de año y que podamos seguir disfrutando de tus entradas .Un saludo y decirte que todos los lunes comenzamos el día en clase leyéndote .
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